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Las voces del SiGMA Poker Tour: Drea Karlsen y el nuevo modelo de jugadora
A simple vista, Drea Karlsen no es el típico jugador de póquer: madre soltera de tres hijos, promueve el cuidado de la salud mental y es exfotógrafa; viene de una pequeña isla noruega, Frøya (de 4.000 habitantes). Drea no es la típica jugadora con capucha que toma Red Bull, pero no se dejen engañar por su risa cautivadora, porque es una jugadora de lo más astuta y competitiva.
“Tengo un hermano gemelo” me comenta durante una pausa en el SiGMA Poker Tour. “Todos los gemelos pelean; nosotros siempre estábamos compitiendo: quién era más rápido, quién era más inteligente. Probablemente allí comenzó todo”.
La trayectoria de Karlsen en el póquer no es convencional. Empezó como fotógrafa del Campeonato Noruego de Póquer en Dublín. Observar las mesas le despertó algo: “Jugué un poco con amigos, por poco dinero, y pensé que era buena. Pero luego jugué un torneo real y me di cuenta de que no tenía ni idea —dice entre risas—. Y entonces apareció mi lado competitivo. Pensé que tenía que mejorar en esto”.
Ese impulso estaba dividido en partes iguales de obstinación y confianza en sí misma, y se convirtió en el motor de su progreso, el cual la ha llevado del juego recreativo al circuito mundial de póquer. Recientemente, obtuvo el puesto 22.° en el evento principal del SiGMA Poker Tour la dejó con sentimientos encontrados: “Un poco decepcionante, por supuesto. Quería ganar, pero hoy no era mi día”.
Aun así, el objetivo de Karlsen no es solo el dinero del premio: “El networking aquí es increíble. El ambiente, la gente… es divertido. Y para alguien como yo, que intenta forjar una carrera en el póquer y el streaming, es el lugar perfecto”.
El equilibrio entre el póquer y las responsabilidades parentales
Sin embargo, el póquer es solo una parte de la compleja vida de Karlsen. Su trabajo diario, si es que se le puede llamar así, es transmitir póquer cuatro días a la semana desde su casa. Entre mano y mano, también cría a dos niños pequeños y a uno en edad escolar, ella sola.
Admite que es muy difícil: “Al póquer siempre se juega a la noche, tarde. Después tengo que madrugar con los niños, llevarlos al jardín, preparar la cena… siempre estoy haciendo malabares”. Hace una pausa y añade: “Esa es probablemente una de las razones por las que el juego sigue estando tan dominado por los hombres. No muchas madres solteras pueden hacerlo”.
Eso no significa que se esté rindiendo. De hecho, sus hijos son sus mayores fanáticos. “Les encanta verme en la tele. Siempre quieren que lleve juguetes a la mesa para usarlos como protectores de cartas. Les parece genial”.
El lado doméstico de la vida de Karlsen es discretamente radical. El póker, que no es precisamente famoso por su diversidad, está conquistando su espacio, literalmente en la mesa. El póker, que desde hace tiempo carece de diversidad, es donde se está forjando un lugar. “Ayer fue el torneo Divas”, me dice con un destello de orgullo. “122 mujeres. Eso es mucho más de lo que esperaba, las cosas están cambiando”.
Sobre su salud mental y su diagnóstico de bipolaridad
Karlsen es muy abierta, no solo cuando se trata de la maternidad. Habla con franqueza sobre sus problemas de salud mental. Recibió un diagnóstico de trastorno bipolar que tiene bien controlado y, además, lucha para ayudar a otras personas.
“Escribí un libro sobre mi diagnóstico en 2018”, afirma con naturalidad. “Trata sobre la adolescencia, las internaciones y la experiencia de recorrer ese mundo. Es un tema serio, pero quería contarlo”.
Su experiencia es una gran influencia de su juego de póquer y viceversa. “El póker y la vida son muy parecidos: hay altibajos, hay que controlar las emociones, no puedes caer en la tentación. Tienes que mantenerte firme”. Para Drea, el póquer la hizo más resiliente y equilibrada en su vida diaria. “Sinceramente, creo que soy mejor jugadora de póquer gracias a mi salud mental. Y afronto mejor la vida gracias al póquer”.
En un juego donde la regulación emocional es el superpoder silencioso, su perspicacia es oro. “Algo que siempre dicen los jugadores de póquer —añade— es que hay que cuidar la salud mental. No se puede jugar bien si la cabeza no está bien”.
Un tipo distinto de seguridad
El camino de Karlsen no siempre ha sido estable, ya sea en términos financieros o de otro tipo, pero tiene opciones. “Claro que me preocupa. El póquer no es un ingreso garantizado, pero tengo el streaming. Si no funciona, puedo volver a la fotografía o a escribir. Siempre hay cosas que hacer”.
Esa seguridad en sí misma se gana con esfuerzo, y reconoce el privilegio de poder trabajar desde casa. “Tiene flexibilidad, puedo organizar mi vida, estar presente para mis hijos y seguir haciendo lo que me apasiona”.
¿Qué depara el futuro?
Tras un breve viaje de chicas a Ålesund para una noche de casino con apuestas bajas, Karlsen tiene la vista puesta en Malta, donde volverá a competir en el SiGMA Poker Tour. También se ha convertido en una especie de embajadora de SiGMA, un rol no oficial que parece llevar con orgullo.
“Estoy muy impresionada con lo que hace SiGMA. Fui a la exposición y fue muy inspirador, el lema era “inspirar para soñar en grande”, me quedó grabado”.
No solo forma parte de una comunidad de jugadores de póquer cada vez más extensa, sino que contribuye con su redefinición. Como mujer, madre y una persona que habla abiertamente sobre salud mental, Drea Karlsen está desafiando las narrativas arraigadas del mundo del póquer y su éxito no pasa desapercibido.
“Las personas piensan que el póquer es farolear…. engañar —comenta—. Pero, en realidad, se trata de honestidad, en especial con una misma”. Y en ese aspecto, Karlsen ya se ganó el premio más grande.
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