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Federico Faggin: del microprocesador a la pantalla táctil, el hombre que cambió para siempre cómo interactuamos con las máquinas

Tony Colapinto
Escrito por Tony Colapinto
Traducido por Milagros Codo

En el mundo hiperconectado actual, en el que cada toque es una reacción digital, nos olvidamos que todo comenzó con un solo procesador, y no cualquier procesador, sino el primer microprocesador comercial de la historia, diseñado por un hombre que redefinió el significado de interactuar con la tecnología. Federico Faggin, físico e inventor italiano que se mudó a Estados Unidos en la década de 1960, dio vida a la arquitectura que impulsa todo: desde teléfonos inteligentes hasta consolas de videojuegos, así como los terminales de punto de venta (POS) y los paneles de control de las máquinas tragaperras.

En esta entrevista exclusiva con SiGMA News, Faggin reflexiona sobre el pasado disruptivo que ayudó a crear, a la vez que comparte su audaz visión de futuro: un futuro moldeado por la inteligencia artificial, las tecnologías inmersivas y la innovación centrada en el ser humano. En una industria como la del iGaming, donde la transformación es rápida y esencial, las perspectivas de Faggin son más que una lección de historia: son un llamado a repensar el verdadero significado de la innovación.

Profesor Faggin, mirando hacia atrás, ¿cuál diría que fue el punto de inflexión en su carrera?

“El verdadero punto de inflexión llegó cuando decidí quedarme en Estados Unidos. Acababa de inventar la tecnología MOS de puerta de silicio, y eso lo cambió todo. Era 1968, en Fairchild. Esa tecnología permitió la creación de microprocesadores, memoria y sensores, transformó la fabricación de las computadoras”.

Esa decisión impulsó el desarrollo del Intel 4004, el primer microprocesador del mundo. Faggin no solo diseñó un chip, sino que creó el núcleo operativo de la inteligencia digital. Su impacto aún se siente hoy en día: desde las computadoras personales hasta la web, desde los dispositivos móviles hasta la infraestructura blockchain. Toda interfaz inteligente, incluidas las de las plataformas de iGaming, se remonta a esta arquitectura invisible.

Faggin no se detuvo ahí. Con su tercera empresa, Synaptics, fue pionero en la almohadilla táctil y la pantalla táctil capacitiva, tecnologías que redefinieron la interacción persona-computadora y se convirtieron en el estándar en miles de millones de dispositivos.

“Inventamos el panel táctil y, posteriormente, la pantalla táctil. Eso cambió nuestra forma de interactuar con las computadoras. Fue tan crucial como el microprocesador. Piensen en cómo usamos teléfonos, tabletas e incluso terminales de juegos: todo sucede con la punta de los dedos”.

Este salto es particularmente significativo para la industria del iGaming. Sin estas interfaces, las experiencias móviles, las apuestas con un solo toque y las tragamonedas con deslizamiento no existirían. La experiencia de usuario (UX) inmersiva y sin interrupciones que se da hoy en los casinos en línea está profundamente arraigada en el legado de las invenciones de Faggin.

¿Qué cuestiones hicieron que se alejara de la industria tecnológica para estudiar la consciencia?

“Estudiaba neurociencia y biología; quería comprender la diferencia entre humanos y computadoras. Intenté construir un robot consciente. Después de dos años, me di cuenta de que era imposible. La física no explica cómo las señales eléctricas se transforman en consciencia. Soy físico y ya no me conformaba con el materialismo”.

Esta constatación llevó a Faggin a un territorio inexplorado: el estudio de la consciencia como aspecto fundamental de la realidad. Y al hacerlo, se adentró en un debate que se ha vuelto crucial para el desarrollo de la IA moderna, especialmente en campos como los juegos online, donde la personalización predictiva y el diseño conductual ya están transformando la experiencia del jugador.

¿Podrá la inteligencia artificial ser verdaderamente consciente?

“Rotundamente no: las máquinas no entienden, no experimentan. Nosotros experimentamos porque somos conscientes. Para nosotros, los símbolos tienen significado. Para la IA, no. No hay comprensión, solo algoritmos que conectan símbolos con otros símbolos. Dentro de la máquina hay oscuridad. Dentro de nosotros, hay luz”.

Esta afirmación ataca el núcleo de un problema creciente en las industrias digitales: confundir rendimiento con inteligencia. En el iGaming, la IA se utiliza para personalizar ofertas, detectar fraudes y predecir el comportamiento de los jugadores. Pero si esa inteligencia carece de comprensión, ¿qué tipo de experiencia estamos diseñando?

Faggin pide cautela. La innovación sin consciencia corre el riesgo de convertirse en manipulación mecánica en lugar de una interacción significativa. Y esto tiene implicaciones éticas, especialmente en sectores del entretenimiento que afectan tan profundamente la psicología humana.

Con dispositivos inteligentes a nuestro alrededor, ¿está la tecnología evolucionando en la dirección correcta?

“La tecnología no tiene consciencia. Si se descontrola, es porque se lo permitimos. La IA es solo una imitación de nuestras capacidades, no una verdadera comprensión. La responsabilidad es nuestra. Necesitamos darle un propósito”.

Esto no implica un rechazo a la innovación, sino una invitación a reflexionar con profundidad. En una época en la que el reconocimiento facial, la IA generativa y la experiencia de juego inmersiva dominan la frontera digital, el verdadero reto es garantizar que la tecnología siga siendo una herramienta para mejorar la experiencia humana, no para reemplazarla.

¿Cuál es entonces nuestro verdadero papel como humanos en esta era digital?

“Conocernos a nosotros mismos. Pasar de la competencia a la cooperación. El universo no se puede conocer con cohetes. Hay que conocerlo desde dentro. Formamos parte de un campo consciente que lo conecta todo”.

“No necesitamos conquistar: necesitamos comprender”.

Puede sonar filosófico, pero el argumento de Faggin tiene aplicaciones prácticas. En iGaming, los desarrolladores diseñan entornos que moldean la interacción, las sensaciones y el comportamiento de los usuarios.

Reconocer esta responsabilidad significa avanzar hacia un diseño empático, una innovación sostenible y sistemas que respeten la autonomía y el bienestar de los jugadores.

Hoy, cada vez que deslizamos la pantalla, tocamos para jugar o interactuamos con un sistema mejorado con IA, recorremos el camino que Federico Faggin forjó hace más de 50 años. Su legado no es solo tecnológico, sino existencial. Nos recuerda que la interfaz más poderosa no es entre el hombre y la máquina, sino entre el ser y la comprensión. Para construir un futuro donde la tecnología realmente sirva a la humanidad, tendremos que empezar por ahí: con la consciencia y lo que significa ser humano.

Este artículo se publicó por primera vez en italiano el 11 de junio de 2025.

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