La apuesta de Australia por los anuncios de apuestas: un debate serio

Kateryna Skrypnyk August 31, 2024
La apuesta de Australia por los anuncios de apuestas: un debate serio

En un pódcast reciente para The Guardian, la periodista Matilda Bowsley aborda de forma desenfadada y perspicaz el debate nacional sobre los anuncios de apuestas en Australia. Como ella señala, Australia tiene un importante debate sobre si restringir o no los anuncios de las empresas de apuestas en línea.

“Imagínate lo que podría estar comprando en su lugar”, bromea Bowsley, haciendo referencia al ya icónico eslogan de estos anuncios, antes de dirigir la conversación hacia los orígenes de este debate. La conversación se inició realmente en 2023, cuando el Parlamento federal puso en marcha una investigación sobre los daños causados por los juegos de azar en línea y su incesante publicidad. El informe final de la investigación no se contuvo: sugirió eliminar por completo todos los anuncios de juego en línea en Australia. Se acabaron los anuncios en televisión, webs y los logos en las camisetas, como el que llevan actualmente los Sea Eagles.

Según Bowsley, el gobierno parece estar de acuerdo con la medida, al menos en parte. Aunque aún no han hecho un anuncio oficial, parece que se inclinan por un enfoque más moderado: prohibir los anuncios en las redes sociales y webs y limitar simplemente su presencia en la televisión en abierto. Sin embargo, los equipos deportivos y sus logotipos de apuestas quedarían prácticamente intactos. Los críticos ya han advertido de que estas “medidas a medias” podrían ser demasiado débiles para marcar una diferencia real. Aun así, eso no ha impedido que el lobby del juego y las cadenas de televisión se pongan a la defensiva.

Las lecciones de Matilda para adaptarse al cambio

Uno de los argumentos más contundentes contra la prohibición total, señala Bowsley con una sonrisa, es que supuestamente supondría un desastre para los deportes comunitarios de base. Documentos de The Guardian afirman que la AFL podría perder más de 120 millones de dólares anuales si se aprueba la legislación, una cifra que procede directamente de la propia industria del juego. Bowsley se apresura a señalar que, aunque la AFL destina el 10% de sus ingresos al fútbol comunitario, esto solo supone un déficit de 12 millones de dólares, una cantidad que el gobierno del estado de Victoria podría cubrir fácilmente con su inversión prevista de 62 millones de dólares en clubes deportivos comunitarios para 2024-2025.

Bowsley también subraya el déjà vu de la situación. Establece un paralelismo con los años setenta y noventa, cuando la industria tabacalera esgrimió argumentos inquietantemente similares frente a prohibir la publicidad. En aquella época, las predicciones catastrofistas no se cumplieron, ya que las ayudas públicas y los nuevos patrocinadores colmaron rápidamente las lagunas.

Para reflexionar

Y luego está la afirmación de que, sin los ingresos de la publicidad del juego, las cadenas de televisión podrían irse a pique. “Sorpresa, sorpresa”, dice Bowsley riendo entre dientes, “éste fue otro de los grandes argumentos durante el debate sobre el tabaco”. Pero, al igual que las ligas deportivas, las televisiones sobrevivieron, y no hay razón para creer que no volverían a adaptarse. Señala el caso de España, donde la prohibición de los anuncios de apuestas en línea no ha generado el apocalipsis predicho: las cadenas de televisión y las ligas deportivas se adaptaron perfectamente en Australia.

Por supuesto, la industria del juego también advierte de que una prohibición total de los anuncios empujaría a los consumidores hacia webs de juego ilegales en el extranjero, que están mucho menos regulados. Bowsley toma esta afirmación con cautela y señala que la investigación parlamentaria australiana reconoció el riesgo, pero descubrió que la mayor parte del daño proviene actualmente del juego legal en el país.

Para concluir el pódcast, Bowsley aborda la verdadera cuestión central de este debate: los daños causados por el juego. En su opinión, una parte significativa de los ingresos del juego en línea procede de los grandes perdedores: los jugadores problemáticos, que representan solo el 10% de los apostantes, pero realizan más de un tercio de todas las apuestas. Si bien es cierto que los ingresos publicitarios de las apuestas financian los deportes y las cadenas de televisión comunitarias, no hay que olvidar que gran parte de ese dinero procede de quienes menos pueden permitírselo.

Con su característica mezcla de ingenio y sabiduría, Bowsley deja a los oyentes con mucho sobre lo que reflexionar. Mientras Australia debate el futuro de los anuncios de apuestas, está claro que esta discusión estará sobre la mesa más tiempo que una partida de póquer en un casino.

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