Exclusión y adicción: cómo los grupos marginados recurren al juego como solución

Un nuevo estudio indica que los grupos marginados y excluidos son más propensos utilizar el juego como forma de enfrentarse a la discriminación y la soledad. El estudio está financiado por GambleAware, una organización benéfica británica cuyo objetivo es reducir los daños causados por el juego en el país.

El Centro Nacional de Investigación Social (NatCen), por encargo de GambleAware, estudió cómo afecta el juego a los grupos socialmente excluidos. Los grupos objetivo eran personas empobrecidas que corren el riesgo de quedarse sin hogar o que ya lo padecen. Adultos mayores, personas con discapacidades o problemas de salud mental, comunidades marginadas o criminalizadas (incluidos profesionales del sexo y consumidores de drogas), personas con experiencia de desempleo o empleo precario e inmigrantes que viven en situaciones precarias.

A pesar de sus diferencias, dichos grupos compartían un rasgo común: utilizaban el juego como forma de paliar la exclusión social y problemas como la soledad, los problemas de salud mental, el estrés relacionado con la migración y la asimilación, el desempleo, los problemas de seguridad laboral y la pobreza.

Factores que impulsan el juego en los grupos marginados

Estas personas ven el juego como una forma de sobrellevar sus problemas y una solución potencial. Tienen la esperanza de ganar una cantidad significativa de dinero.

El estudio también indica una “concentración desproporcionada de locales de juego en las zonas más desfavorecidas de Gran Bretaña”. Esto crea un incentivo para jugar para esas poblaciones y ofrece entretenimiento en lugares donde escasean otras actividades.

Los lugares de juego se consideran a menudo accesibles e inclusivos en comparación con otras opciones sociales o de ocio que pueden excluir a personas de estas comunidades debido a problemas de movilidad física, problemas de salud, barreras lingüísticas, etc. Para algunos, como personas sin hogar, estos lugares pueden proporcionar un espacio seguro y cálido.

Existen pruebas de que las acciones de la industria del juego, como las técnicas de marketing, exacerban estos factores.

Las motivaciones económicas también desempeñan un papel importante, especialmente para quienes carecen de ingresos o tienen ingresos bajos, pensiones o responsabilidades económicas como cuidar de personas dependientes en otro país y para las personas que sufren o corren el riesgo de sufrir la falta de hogar.

Para los adultos mayores y otros grupos marginados que sufren soledad, el juego se describió como una forma de enfrentarse a la necesidad de conexión social y entretenimiento.

Mayor riesgo de daños derivados del juego

Según el estudio, para la mayoría de estos grupos, el riesgo de sufrir daños relacionados con el juego es mayor que para la población en general.

Zoë Osmond, directora ejecutiva de GambleAware, explicó: “Nuestro informe muestra cómo las personas de comunidades marginadas, que ya se enfrentan a muchos problemas en sus vidas, luchan contra los daños del juego. Es necesario un mayor compromiso con estas comunidades para concienciar sobre los riesgos de los daños del juego, y los proveedores de servicios deben asegurarse de que pueden satisfacer adecuadamente las necesidades de las personas en diferentes circunstancias”.

Más difícil buscar ayuda

Según el estudio, es menos probable que las poblaciones pidan ayuda cuando se enfrentan a los daños del juego. Una de las razones es que se enfrentan a un estigma asociado a su situación, consumo o personas sin hogar. Por ende, les hace menos propensos a buscar o recibir ayuda cuando la necesitan.

Otro obstáculo para acceder a la ayuda en materia de ludopatía es el miedo derivado de experiencias negativas anteriores con otros servicios sanitarios o de ayuda.

El estudio sugiere abordar este problema e integrar el tratamiento de los daños causados por el juego en los servicios existentes. Además, se opone a añadir más puntos de contacto. Este planteamiento implica formar a los trabajadores de los servicios de salud pública, las organizaciones benéficas y la asistencia social para que sepan tratar los problemas relacionados con el juego. En general, el estudio explica que los servicios deben ser más integradores y accesibles. Asimismo, tener en cuenta los factores socioeconómicos que contribuyen a los daños causados por el juego, en vez de centrarse únicamente en la responsabilidad individual.

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